martes, 30 de diciembre de 2014

Mi bebé viaja conmigo en la panza: ¿Qué debemos tener en cuenta?

En la temporada de vacaciones es normal que la mujer embarazada siga su ritmo de vida y esto incluye realizar viajes de desplazamiento. Así mismo durante el periodo laboral el traslado a diferentes lugares hace parte de la rutina normal de muchas, o de una actividad extraordinaria para otras, en el caso de las vacaciones. En cualquiera de los casos anteriores es importante tener en cuenta ciertos comportamientos de precaución con el fin de cuidar  la salud tanto de la mamá, como del bebé que está por nacer.

Estar embarazada no es impedimento para viajar, siempre y cuando el embarazo transcurra sin complicaciones, que no esté próxima la fecha del parto y que la salud de la futura mamá sea óptima. El periodo de menos riesgo para emprender un viaje es el segundo trimestre de embarazo a partir de la semana 18ª, ya que el embrión ha superado las dificultades de implantación, el volumen del abdomen todavía no incomoda demasiado a la madre y se presenta menor riesgo de sufrir un aborto.

Para el Médico ginecobstetra Mario Arturo Galindo “el embarazo mismo se encarga de poner las limitaciones”. Por ejemplo entre la semana 28 y 34 es conveniente evitar los largos desplazamientos. Después de la semana 34, es recomendable no moverse mucho. En este caso es importante tener en cuenta los siguientes aspectos: el medio de transporte a elegir, el tiempo que tarda en llegar al destino, la comodidad de los asientos y la movilidad que estos  permiten.

Uno de los medios más cómodos para viajar es el tren, ya que por su amplio espacio la embarazada puede cambiar de posición y levantarse a caminar de manera frecuente. Otro medio de transporte interesante es el avión, pero se recomienda no tomar este medio de transporte durante el último mes de embarazo por el riesgo de que se produzca una rotura de la bolsa o un parto prematuro; aunque la mayoría de las compañías aéreas ponen restricciones a las embarazadas de más de siete meses con el fin de evitar la posibilidad de que se presente un parto durante el vuelo. A partir de las 35 semanas de gestación, las aerolíneas exigen un certificado médico que confirme la fase del embarazo y el estado de salud de la pasajera. Algunas compañías incluso, exigen firmar un documento que exima a la compañía de toda responsabilidad en caso de que surgiera algún problema relacionado con su estado durante el vuelo.

Para la Dra. Sandra Fonseca, ginecóloga, los viajes en avión no implican, en principio, ningún riesgo para la madre y el futuro bebé, aunque las mujeres con embarazos complicados o de riesgo no deben volar en los nueve meses. Agrega Fonseca que aunque en los aviones es difícil moverse, se recomienda pasear por el pasillo cada hora, dado que en los viajes largos existe el riesgo de que se comprima la vena cava y se produzca una trombosis venosa, debido a la compresión del útero expandido.
La mejor ubicación para una mujer embarazada que tenga que volar en avión, se encuentra en el pasillo y cerca al baño, debido a que la micción se incrementa en el embarazo. En cuanto al cinturón de seguridad, lo mejor es ubicarlo bajo el vientre, sobre las caderas. Cabe aclarar que los detectores utilizados como medida de seguridad en los aeropuertos son totalmente inofensivos para la salud del bebé.

En cuanto a los trayectos cortos, el mejor medio es el vehículo, en el que se debe utilizar el cinturón de seguridad. En caso de que la mamá tenga que conducir, algunos médicos no aconsejan hacerlo en los dos últimos meses.

De todas las opciones de transporte las menos aconsejables son el autobús y el barco. El primero presenta condiciones de espacio que incomodan a la futura madre (no se puede pasear, los asientos son estrechos...), mientras que los barcos producen una incomodidad grande debido al mareo que suele producir el vaivén de las olas. Para resolver este tema es bueno llevar consigo algunos frutos secos, galletas integrales y frutas. También es importante hidratarse permanentemente.

Para estos viajes es bueno prepararse con ropa cómoda que no obstruya la circulación, zapatos flexibles sin tacón, una chaqueta y un bolso ligero de mano con lo estrictamente necesario, para no generar peso y afectar la columna. En los desplazamientos largos bien  puede venir bien una almohada para las cervicales.
Pero lo que debe recordar siempre la futura mamá, es que ser madre es un momento crucial en la vida. Por eso no debe ni arriesgarse de tal manera que ponga en riesgo su vida y la de su hijo; ni tampoco extremar las medidas y dejar de llevar una rutina normal. Para equilibrar la situación está el médico, quien es el llamado a guiarla en estos momentos.


Fuente: http://www.abcdelbebe.com/mi-bebe-viaja-conmigo

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